Cañón y riberas del Sil
Quienes han tenido la suerte de visitar el Cañón del Sil saben que las palabras se quedan cortas a la hora de describir un entorno natural de tanta belleza.
Protagonista destacado de la Ribera Sacra (Galicia, entre Orense y Lugo), sus paredes verticales (se elevan a casi 500 metros en su parte final) dibujan un paisaje de auténtico vértigo, que acude al encuentro del río Sil.

Es éste el que, con meandros y curvas, da forma a un lugar de tintes casi divinos que, no en vano, se convirtió en espacio de retiro y rezo de los monjes eremitas, como atestiguan sus monasterios (caso del Santa Cristina), ‘camuflados’ por la espesa vegetación.
Robles, castaños, madroños e, incluso, alcornoques dominan bosques de extraordinaria riqueza, en los que conviven especies mediterráneas y atlánticas y cuyas copas sirven de atalayas para un buen número de rapaces.
Entorno único que, además, es de tiempos inmemoriales objeto de uno de los cultivos más antiguos que existe, el de la vid. Algo a lo que contribuyen su orientación y singular microclima y del que son testimonios sus delicados vinos y bodegas.
Recorrer parte de este territorio en catamarán es uno de los grandes atractivos del Cañón del Sil, una de las mejores formas de apreciar su majestuosidad.












